Sunday, January 29, 2006

Los Amantes











Harux y Harix han decidido no levantarse m�s de la cama: se aman locamente, y no pueden alejarse el uno del otro m�s de sesenta, setenta cent�metros. As� que lo mejor es quedarse en la cama, lejos de los llamados del mundo.











Est� todav�a el tel�fono, en la mesa de luz, que a veces suena interrumpiendo sus abrazos: son los parientes que llaman para saber si todo anda bien. Pero tambi�n estas llamadas telef�nicas familiares se hacen cada vez m�s raras y lac�nicas.











Los amantes se levantan solamente para ir al ba?o, y no siempre; la cama est� toda desarreglada, las s�banas gastadas, pero ellos no se dan cuenta, cada uno inmerso en la ola azul de los ojos del otro, sus miembros m�sticamente entrelazados.














La primera semana se alimentaron de galletitas, de las que se hab�an provisto abundantemente. Como se terminaron las galletitas, ahora se comen entre ellos.
Anestesiados por el deseo, se arrancan grandes pedazos de carne con los dientes, entre dos besos se devoran la nariz o el dedo me?ique, se beben el uno al otro la sangre; despu�s, saciados, hacen de nuevo el amor, como pueden, y se duermen para volver a comenzar cuando despiertan.
Han perdido la cuenta de los d�as y de las horas.
















No son lindos de ver, eso es cierto, ensangrentados, descuartizados, pegajosos; pero su amor est� m�s all� de las convenciones.



Juan Rodolfo Wilcock

3 comments:

  1. Y entre mis labios tristes se mecer� tu nombre,
    que no me servir� para llamarte
    Y lo pronuncio siempre para endulzar mi sangre,
    canci�n in�til siempre, in�til, siempre in�til,
    in�tilmente siempre...

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  2. Anonymous11:45 PM

    As� es, s�, tal cual el poema.Hermoso, hermoso, hermoso. Sin m�s palabras me quedo.

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  3. Es la hora........ de los que se aman. te quiero mucho

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