El Rito Tr�gico

En estos tiempos de manifestaciones r�pidas, ef�meras, sin alma y sin sustancia, de hombres olvidadizos; los tiempos de �la capital de la memoria� -lugar y tiempo donde todos recuerdan que han olvidado algo-; sobrevive uno de los ritos m�s antiguos, aquel en donde el hombre muestra su rostro de monstruo tr�gico, que posee una mano de artista, con la cual lo mismo crea que sacrifica:
LA TAUROMAQUIA.

Encarnaci�n de los atavismos m�s profundos de la especie, cargado de crueldad, brutalidad, miseria y muerte.
Horror y sacrificio, pero horror y sacrificio sagrado, siempre sagrado; y a quererlo o no, el hombre es el autor intelectual y material de esta forma particular de fatalidad.

La Tauromaquia es lo tr�gico sin edad y sin memoria, es el simulacro circular de la vida de la especie humana.
El Toreo es respuesta contundente, afirmaci�n viril y sexual del arte; es el conflicto entre el ser y el deber ser del hombre, entre su genitalidad y su erotismo, entre se erotismo y su muerte; y todo es real y ocurre ante los ojos de todos.

�ste es el espect�culo donde se impacta la mirada profana contra la revelaci�n de nuestra herencia sacra y maldita.
Espejo que nos horroriza porque nos muestra como el monstruo que el hombre es: cruel, imb�cil, excesivo y no como el ideal de hombre deber�a ser, y el impuesto que cobra la realidad por la revelaci�n de la verdad se paga con la desdicha.

La fuerza desesperada y ansiosa del animal de sacrificio, los indicios sexuales y mortales del var�n de luces, y el dramatismo en la multitud espasm�dica, nos hace ser testigos de el verdadero acto sexual de especie contra especie, donde el castigo, el dolor, el coraje, la humillaci�n y la muerte nunca se acaban, lo imposible encarna y es posible: es macho, con los muslos de la religi�n y el fruto del arte.

La crueldad creadora de sacrificios y castigos que se manifiesta en el hombre no es involuntaria o gratuita, existe el humano una actitud y aptitud para la embriaguez, la fiesta, la risa, las lagrimas y el �xtasis. Este exceso lo hace proclive a la manifestaci�n del delirio, la ira ciega, el odio descarnado y la crueldad omnipotente que promueve la agresividad y estimula la violencia.

El furor y el desorden son el estigma m�s profundo en el esp�ritu del hombre.
He aqu� la tragedia eterna y es dif�cil decir si �sta nos quiere despertar o matar; pues donde reina el hombre, reina el terror y la tragedia.

Existe un hilo -hermoso- que entrelaza al hombre brutal, cobarde, y violento con el hombre racional, amante de la duda y valeroso: La Est�tica.
La Est�tica en el Toreo se nos ofrece como el Ballet Cl�sico, pero con las viseras expuestas; a�sla lo que cuenta y lo muestra violentamente.
Lo casi obsceno, lo casi sexual, lo casi contradictorio, lo casi todo de todos los casis que la especie olvid�, aparecen aqu�.

Belleza insultante, lacerante y en voz alta; �ste es el grado cero de humanidad en el arte; el hombre recuerda todo, pero la voz del arte lo obliga a olvidarlo todo, y todo se repite en un eterno retorno.
Reuni�n para pasar lista en el campo de concentraci�n de la est�tica y la creaci�n; anatom�as que se relacionan, y la forma de hacerlo es neg�ndose, tortur�ndose, aniquil�ndose.

En los juegos de infancia de la violencia, las viseras nos muestran toda su espiritualidad: el ARTE es una MALDICI�N.

La Tauromaquia nos ense?a que el dolor es el fondo de la vida y la almendra de la muerte, lo que aqu� a�lla no tiene genero ni especie; esta es la visi�n panor�mica del horror fornicando a la belleza; es una declaraci�n de amor con la estructura de una carta de p�same que nos dice: Todo lo bello morir�...

El Toreo ama todo lo bello con pasi�n rabiosa, pero el Toreo es creaci�n humana, y como todos los hombres: Todo lo que ama lo mata.















Pablo Est�vez

Grabados de Pablo Picasso.