Saturday, January 29, 2005

Obsesiones

Aqui, es un peque?o cuento que habla de mis intereses y obsesiones: en este caso, Dios y lo infinito.
?Qu� es un hombre sin obsesiones?

Aqui


Aqu�, los d�as y las noches est�n a solo un paso, y aunque s� que existen otros siete iguales a mi, la soledad y el miedo son inagotables.
Para olvidarme de todo aquello invento juegos; me gusta imaginar que soy otros, una vez imagin� que era un d�bil rey casado con una hermosa y valiente reina, que ten�amos catorce hijos, imagin� a los hijos de mis hijos, a los hijos de los hijos de mis hijos y a los hijos de los hijos de los hijos de mis hijos; imagine a todos y a cada uno de ellos desde su concepci�n, su desarrollo y su fin, algunos eran fuertes, s�lidos o hermosos, y yo me sent�a orgulloso, otros eran mas bien d�biles, anodinos o mediocres.
Otra vez so?� que era una poderosa torre en ruinas que pertenec�a a un castillo viejo y abandonado que estaba rodeado por un bosque de �rboles muertos y que entre mis almenas anidaban palomas negras.
Pero a lo que m�s me gusta jugar, es a que soy un caballo, a veces soy un mustango y entonces corro desbocado y derribo todo lo que encuentro al paso hasta que me canso o me capturan, en otras ocasiones soy un caballo de batalla y entonces aunque sereno soy bravo, mido mis pasos y ataco.
El rumor de la guerra y la guerra misma son la constante de mi existencia en vigilia, por eso le rezo a Dios para que me libre de ser capturado; la duraci�n de las batallas son muy variables pueden durar d�as, semanas, meses o a?os, otras duran horas, aunque ha habido guerras de tan solo unos cuantos minutos.
Nuestro destino en la batalla esta determinado por Dios, eso todos lo sabemos y aunque como ya lo dije, le rezo para que me proteja, a veces creo que nuestro destino a Dios no le interesa mucho y que �l en su mundo esta ocupado en otra batalla igual o peor que la nuestra, y que Dios le reza a otro Dios m�s poderoso que �l, y as� todo es una cadena de guerras y Dioses tan larga o m�s como los hijos de los hijos de mis hijos que he imaginado.


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